Marta Vidán o Tuki. En el quinto anillo de Saturno. En Twitter, @martavidanlo.
Observante, escribiente y fotera; cantamañanas y melómana. Viajo con y sin billete. Me gusta decir 'sobremanera'.
WEB http://martavidan.wix.com/martavidan
"Os amo más que cuanto puedan expresar las palabras; más que a la luz de mis ojos, que al espacio y que a la libertad; por encima de todo lo que pueda evaluarse, rico o raro; no menos que a la vida dotada de gracia, salud, belleza y honor [...]. Es un amor el mío que deja pobre el aliento e insuficiente el discurso. Os amo por sobre todo cuanto admite ponderación". (Gonerila, El rey Lear, acto 1, escena 1. Shakespeare).
Sir, I love you more than words can say. I love you more than eyesight, space, and freedom, beyond wealth or anything of value. I love you as much as life itself, and as much as status, health, beauty, or honor. I love you as much as any child has ever loved her father, with a love too deep to be spoken of. I love you more than any answer to the question “How much?” (Goneril, King Lear, act 1, scene 1, Shakespeare). Más en La catarsis de Romeo.
Fotograma de La flauta mágica de Mozart, dirigida por Ingmar Bergman.
No es necesario, ni posible (y a veces, ni si quiera bueno) saberlo todo y saberlo todo ahora. Será que el whatsapp nos ha acostumbrado a conocer la posición exacta del que llega cinco minutos tarde y el motivo por el que tarda; y, así, no inquietarnos y entrar en una nube de paranoia de a-lo-mejor-me-he-equivocado-de-hora. A veces, la incertidumbre es como las mejores personas. Esas a las que no es posible poner un nombre específico, como al Pteridium aquilinum, vulgarmente conocido como helecho. Será que da mucha más tranquilidad saber que si dos átomos de hidrógeno abrazan a uno de oxígeno es seguro que parirán agua. O el confort de las ciencias exactas que no contemplan que puede escribirse tanto je paie como je paye, dependiendo del registro. Cosas del francés.
Como una borrachera permanente que vuelve al cerebro más lúcido. Éxtasis invasivo. Como un colocón constante que no implica pérdida de contacto con la realidad. Euforia serena. Como el enamoramiento inicial que no remite, sino que se mantiene en el tiempo y crece y expande el pecho buscando sitio. Caminar sobre las aguas. Bailar por las aceras. Hacer lo mismo; pero distinto, sublime. Ser lo mismo, pero en la mejor versión. Invencible.
Había una jirafa sentada en el suelo, en el suelo húmedo. Llevaba enroscada una bufanda kilométrica y de rayas. Pensaba que ahora los ascensores se mueven en horizontal, como topos excavadores. Que la normalidad es un constructo, que los puntos de referencia i-na-mo-vi-bles se dispersan como hormigas.
Había una jirafa sentada en el suelo frío mirando las juntas de las baldosas. Las baldosas, que no son como la normalidad, cuyos límites se estiran como un c h i c l e.
¿Las jirafas se sientan? Bueno, las jirafas escritas, sí. Y llevan bufanda de rayas de coloresvivos. Las jirafas son sobrias y silenciosas, austeras, tranquilas. Esta jirafa en concreto está inspirada en una dibuja jirafada. En una jirafa dibujada, quiero decir.
La jirafa dibujada mira a ninguna parte o al cemento, pero bien podría estar mirando el florecer de las cosas vivas, el renacer de la luz interna, el sol de noviembre, las flores cotidianas y/o metafóricas. El devenir de las semanas, que pasan de puntillas y rápido, húmedas como las baldosas, imposibles de parar, como las hormigas. De colores, como la bufanda. Pesadas, leves, raras.
Oh, burrocracia, burrocracia. Ojalá algún día tenga mellizos, niño y niña. Los llamaré Original y Fotocopia. Con los siguientes papeles que tramite me covalidan tercero de A.D.E. Oh, burrocracia, burrocracia. Purgatorio en tierra, tierra en los ojos. Oh, burrocracia.
En francés todo suena más suave. Hay humedad en Barcelona o, mejor dicho, hay Barcelona en humedad. En francés todo canta. El calor se crece, se viene arriba, está en la cresta de la ola. Sólo la cerveza permanece fría. El gato intenta meterse en el frigorífico, los humanos también lo haríamos si cupiéramos.
En francés es trampa. M. dice: "La realidad siempre me jode las historias", y por eso es enorme. El pan francés es dulce.A las siete de la mañana el gato decide que es buena hora para empezar el día, hay que aprovechar bien la mañana.
La casa huele a pintura. Raúl del Pozo escribió No es elegante matar a una mujer descalza. El gato se deshace con la música en francés.
Será porque las dos son pelirrojas, o porque las dos son maravillosas. O por ambas cosas a la vez. El caso es que sin conocerse forman un tándem perfecto.
Hoy Barcelona está rubia. Calmada y despierta, adolescente y madura. Hace sol y no sólo en la calle. Es verano y no sólo fuera de las casas. La luz se desparrama entre los edificios, pinta los árboles de un verde más verde, ilumina las ideas. Las ideas. Las ideas son grandes cuando se ponen en práctica. Cuando saltan de su plano teórico y dormido y pisan el cemento. Nos hacen grandes cuando somos capaces de pasar de la potencia al acto, de las frases a las manos y los pies. Y en eso se basa la existencia, en hacer que lo que pensamos y lo que hacemos sean cada vez más iguales. La existencia que, además de inevitable, es maravillosa.
“Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son”.
De camino al trabajo un árbol flaco, alto y de flores lilas me da los buenos días.
Que sea mudo no significa que no pueda hablar.
Ese árbol famélico preside la calle. Es más importante que la carretera, las aceras, los negocios, los bancos y los guiris color salmón, precisamente porque tiene flores lilas que saludan. Los pétalos secos van cayendo y forman una alfombra dispersa a su alrededor, sobre las baldosas. El árbol trata así de expandirse fuera de su cuadradito de tierra.
Es importante porque podría ser anecdótico y no queda en una nota al pie. Porque condensa la fuerza de los detalles. De los detalles que conviene elevar a la enésima potencia para convertirlos en titulares.
El asunto de los detalles es simple. Se trata de inflar aquellos que están ahí como si alguien -Alguien- los hubiera puesto ahí para nosotros. No aquellos anodinos y vacíos de significado que si cobran demasiada fuerza, se transforman en la montaña sacada de un grano de arena.
Montañas, sí, gracias. Pero montañas en forma de paisajes, no a modo de obstáculo insalvable. Montañas de las Cosas Buenas, no de las minucias cotidianas. Montañas de los jarrones que pintan el salón, no del autobús que se atrasa diez minutos o de lo que no está pefectamente ordenado y listo a la hora exacta.
Montañas auditivas, incluso. Si uno va por la calle con esta canción desparramándose en los oídos, se da cuenta que esas frases se le podrían dedicar a todas las mujeres. Que cada una es un árbol de colores vivos en mitad de la selva de cemento. Porque al igual que de la suma de mujeres se compone la Mujer, del cúmulo de montañas crecen las Montañas de nuestra cabeza (benditas Montañas). De lo contrario, los números ganan a las palabras; los datos vencen a las ideas. Y sería de estúpidos vivir en un mundo donde la poesía viviera a la sombra de las ecuaciones de segundo grado.
"Mujer, mujer divina tienes el veneno que fascina en tu mirar. Mujer que no se olvida, tienes vibración de sonatina pasional.
Tienes el perfume de un naranjo en flor, el altivo porte de una majestad. Sabes de los filtros que hay en el amor, tienes el hechizo de la liviandad.
La divina magia de un atardecer o la maravilla de la inspiración Tienes en el ritmo de tu ser todo el palpitar de una canción y eres la razón de mí existir, mujer".
Dijo que "el corazón tiene más cuartos que un hotel de putas". Puso el amor por encima de los (cien) años, por encima del cólera. Por suerte, ni esto ni su inspiración -sea para escribir novedades o novelas- se va. Te echaremos de menos, Gabo. El coronel siempre tendrá quien le escriba.
Cuando pulso rec mi pretensión es muy simple: disfrutar, pasármelo bien, reírme de mí y conmigo misma. Expandirme, empujar los límites.
Cuando lo comparto sólo busco compartir todo eso con que quien le de a play. Hacer llegar que, aunque sea sentada en última fila, de fondo está siempre la risa, lo leve y, a la vez, el milagro dentro de lo cotidiano. Incluso en lo más gris, en lo más sórdido, hay un eco de comisuras que se elevan.
Que, aunque sea con pintalabios, cualquier día en el calendario puede marcarse en rojo.
Hay luz incluso cuando no hay luz. Hay ingenuos que hablan de casualidades. Encuentros que encajan como si estuvieran hechos a medida, palabras que parecen haberse hablado antes, cerebros que ya se conocían -tal vez en la otra vida-, uniones sin cable que son anteriores a la ubicación de dos en la misma habitación.
Las canciones hacen cosquillas en los oídos. Las Cosas van bien sin que podamos hacer nada por evitarlo, las Cosas, Cosas Importantes se hacen Cosas Muy Importantes cuando se comparten. Se puede ir descalzo por el mundo sin miedo a que un cristal muerda la planta del pie; de repente, todos los semáforos están en verde.
Equilibrio. Equilibrio entre lo sesudo y la conversación absurda, la ponencia y la carcajada que nace en el estómago. El metro es un sofá que avanza, hay una voz que es un abrazo, un dolor que a veces es dolor y a veces, alivio. Un algo -Algo- en potencia que no tiene etiqueta, no está clasificado. Y para qué clasificar lo que supera toda categoría. Somos, somos hoy, eres, eres mil veces, a pesar del tiempo, de los ki-ló-me-tros. Sois. Cum laude en hacer del mundo un sitio confortable. La justicia poética se paseará pronto como Pedro por su casa.
"En realidad, la tía Mame y yo tardamos muy poco tiempo en aprender a querernos. Era de esperar que me atrajera su sorprendente personalidad, que antes había seducido a otros miles. Al fin y al cabo, tenía un encanto caótico pero innegable y era mi única familia. Pero que quisiera ocuparse de un niño de diez años totalmente insignificante y carente de interés no dejaba de sorprenderme, complacerme y extrañarme. Sin embargo, así era, y siempre he pensado que, a pesar de toda su popularidad, sus intereses, sus constantes idas y venidas, es probable que también se sintiera un poco sola".
Tiempo para pasear, para leer, para mirar al techo. Tiempo para perder el tiempo. Tiempo para escuchar música: una, dos, diez, mil canciones. Tiempo. Tiempo para escribir, para dormir. Tiempo para no pensar en el tiempo. Tiempo para dejar enfriar el cerebro una vez se sobrecalienta, para calentar el sofá. Tiempo para el cine. Tiempo para cantar. Tiempo. T-i-e-m-p-o. Tiempo para que no se escape el tiempo.
El truco está en encontrar pequeños oasis que libren a la garganta y los oídos de ser sepultados por la arena de la rutina atropellada. Oasis que no son espejismos y que, en caso de serlos, son tan verdaderos como uno quiera. Oasis que tiñen las ojeras de un color más vivo.
Cuando mis orejas necesitan un abrazo voy al minuto 53.55. Un abrazo delicado, tímido, silencioso, suave. No, ch´io non apprezzo, dúo entre Poppea y Ottone de la Agrippina de Händel, en las voces de Sarah Connolly (mezzo) y Rosemary Joshua (soprano) When my ears need a hug I just go to the minut 53.55. A delicate, shy, silent, soft hug. No, ch´io non apprezzo is a duet sung by Poppea and Ottone from Händel´s Agrippina. Sarah Connolly (mezzo) and Rosemary Joshua (soprano).