Hay luz incluso cuando no hay luz. Hay ingenuos que hablan de casualidades. Encuentros que encajan como si estuvieran hechos a medida, palabras que parecen haberse hablado antes, cerebros que ya se conocían -tal vez en la otra vida-, uniones sin cable que son anteriores a la ubicación de dos en la misma habitación.
Las canciones hacen cosquillas en los oídos. Las Cosas van bien sin que podamos hacer nada por evitarlo, las Cosas, Cosas Importantes se hacen Cosas Muy Importantes cuando se comparten. Se puede ir descalzo por el mundo sin miedo a que un cristal muerda la planta del pie; de repente, todos los semáforos están en verde.
Equilibrio. Equilibrio entre lo sesudo y la conversación absurda, la ponencia y la carcajada que nace en el estómago. El metro es un sofá que avanza, hay una voz que es un abrazo, un dolor que a veces es dolor y a veces, alivio. Un algo -Algo- en potencia que no tiene etiqueta, no está clasificado. Y para qué clasificar lo que supera toda categoría. Somos, somos hoy, eres, eres mil veces, a pesar del tiempo, de los ki-ló-me-tros. Sois. Cum laude en hacer del mundo un sitio confortable. La justicia poética se paseará pronto como Pedro por su casa.
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