Quiero dejar algo bien claro: a mí, dejar de fumar no me altera. Es sólo que hay situaciones en las que, teniendo manos, las palabras están de sobra. Es sólo que cuando los adjetivos se ajustan a la realidad, esto no es insultar: es describir. Quiero decir que hay gente objetivamente imbécil. Objetivamente. Ahora, por ejemplo, nos volvemos todos locos con un balón y en las noticias cada vez hay más deportes y menos cosas importantes. Otro ejemplo: el jueves pasado Madonna no tuvo mejor idea que sacar un pecho mientras actuaba en Estambul. En Estambul.
Por eso digo que no es cosa mía: que estas cosas ya pasaban antes de que yo dejara de fumar: los imbéciles ya eran imbéciles. Por eso a veces hay que sopesar si volver a fumar o conseguir un tanque. Quién tuviera un tanque.