La justicia poética a veces se limpia las legañas y sale del plano de las ideas. Por su timidez o su altivez; por estadística, para que no nos acostumbremos. Pero sale con las manoletinas en la mano para no hacer demasiado ruido (no la vaya a oír quien no sepa escucharla). Porque lo difícil no es mirar para ver, ni buscar para encontrar, sino encontrar sin buscar. Cuando ella se da de morros contigo (¿la encontramos o nos encuentra?) es hora de despedirse de la habitación de invitados: deja sus zapatos desparramados por toda la casa.
Fragmento de Rayuela. Baño del bar La Hormiga (Pamplona). Foto: @martavidanlo.
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